1. Me cuidaré a mí, para poder cuidar mejor a los demás. No puedo ayudar a nadie si yo estoy completamente desgastado.

2. Aceptaré que no todo depende de mí. No soy el responsable de curar, ni tengo todas las respuestas, y eso está bien.

3. Pediré ayuda cuando la necesite, sin sentir culpa. Buscar apoyo no es debilidad, es inteligencia emocional.

4. Me permitiré sentir lo que siento, sin juzgarme. Enojarme, frustrarme o sentir ira no me hace mala persona, me hace humano.

5. Pondré límites con cariño y claridad. Respetarme también es una forma de enseñar respeto. No olvidaré mis propios espacios, intereses y necesidades.

6. Soy más que cuidador. También soy persona, con vida propia y tengo derecho a desarrollar mi vida propia.

7. Buscaré información, pero no me sobrecargaré. Conocer ayuda, pero no necesito ser experto para acompañar con amor.

8. Aceptaré que habrá días buenos… y otros no tanto. La salud mental no es lineal, y el proceso lleva tiempo.

9. Celebraré los pequeños logros, míos y de quien cuido. Cada paso cuenta, incluso los que parecen pequeños.

10. Me hablaré con la misma compasión con la que hablo a quien quiero. Yo también merezco paciencia, amor y cuidado.